Soul Calibur II





Desde que jugué al 'Soul Blade' en PC, me gustó especialmente la novedad en un juego de lucha de poder usar armas y espadas en el combate. Le daba un toque nuevo a las luchas cuerpo a cuerpo. Además la utilización del entorno 3D había sido un éxito, al igual que con el 'Virtua Fighter' que también disfruté en esa plataforma.



Cuando salió a la demo del Soul Calibur II en PS2, (por aquellos tiempos las demos se distribuían en dvd's que venían con las revistas oficiales de PS2), me impresionó sobremanera (no sé cuantas veces la repetí una y otra vez) y no tardé en hacerme con la versión completa.

Artísticamente era de lo más destacable. La música era soberbia y el apartado gráfico rayaba a gran altura, mereciendo mención especial el modelado de los escenarios y de los personajes. Estos últimos poseían su propia personalidad, no solo en cuanto a diseño gráfico sino también en su estilo de lucha.



Los había de todas las clases y gustos; desde luchadores sencillos pero efectivos ideales para familiarizarse como la mecánica de combate, como Cassandra o Mitsurugi, otros especialmente rápidos como Raphael o Maxi, lentos pero extraordinariamente destructivos: Nighmare , Astaroth, y otros más técnicos y espectaculares como Kilik, Hong Yunsung o Xianghua.

La variedad de golpes era otro de los puntos fuertes ya que prácticamente cualquier combinación de botones que se nos ocurriese tenía traducción en un movimiento de nuestro personaje. Esto hacía que se prestase mucho a la experimentación e ir descubriendo poco a poco nuevos movimientos. Aunque para los más complicados era recomendable consultar una guía.

En los modos de juego, aparte de los típicos Arcade, Versus, etc. destacaría el modo historia en el que poco a poco te iban proponiendo misiones (lograr algún objetivo concreto en un combate), a través de las cuales íbamos consiguiendo nuevas armas y trajes para nuestros personajes, o incluso desbloquear nuevos luchadores y escenarios.
Esto último conseguía prolongar la vida de un juego de lucha extraordinario y uno con el que más he jugado a dobles en épicos y reñidos combates.



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