Gran Turismo 3: A-Spec





El primer GT para PS2 fue otra excelente piedra de toque para sacarle jugo al volante que me compré. Agradecí que la experiencia de conducción fuese más relajada que en WRC2 donde prácticamente no había ningún tramo en el que poder ir recto tranquilamente.
GT3, en cambio, me recordaba a aquel anuncio de BMW "¿Te gusta conducir?".

Se diferenciaba de otros juegos de este tipo en que los coches que podíamos escoger no eran ni prototipos fantasiosos ni exclusivamente deportivos ultrarápidos. Había turismos convencionales de toda la vida, tenía su gracia eso de poder competir con un Citröen Xsara o con un Peugeot 206.
Además (y aquí es donde entraba en juego la palabra "simulador" con mayúsculas) cada modelo ofrecía una respuesta distinta a la conducción. Había coches que se iban más de alante, otros de atrás, dependiendo de la tracción, modelos más suaves de conducir, otros más bruscos y explosivos... con cada coche el juego se transformaba en prácticamente una nueva versión de él mismo.

Entre los modos de juego estaba el típico de poder echar una carrera suelta, o contra algún amigo (una de las características favoritas), aunque el modo estrella que sobresalía era el modo Gran Turismo donde comenzábamos compitiendo en carreras de aficionados y poco a poco íbamos ganando dinero, comprando nuevos coches, mejorándolos y accediendo a mejores carreras y nuevos circuitos.

Todo excelente simulador que planteo un serio reto a los desarrolladores de Poliphony para intentar mejorarlo en la siguiente parte.



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